Fundadora de Formaje, amante del diseño y arte y ahora, también escritora. ¿Qué nos puedes contar de tu nuevo libro?

Se trata de un libro en formato de relatos cortos que, unidos, conforman una visión amplia del universo del queso artesano. En ellos se mezclan historias sobre queso con reflexiones y puntos de vista personales, los cuales involucran, en ocasiones, mi propia historia. Lo que he intentado con este libro es trasladar al papel la sensibilidad y el romanticismo implícito que existe en este producto, y que tiene mucho que ver con el territorio, la tierra, los animales, los oficios manuales. He intentado involucrar también muchas reflexiones que buscan encontrar puntos de unión entre procesos que ocurren en el queso y experiencias humanas: el queso, que evoluciona y cambia en base a la fermentación, un proceso que oscila entre la reinvención y la descomposición… de ese hilo he tirado mucho para establecer comparaciones, pues creo que de ese proceso que se da en la materia prima, el ser humano puede extraer aprendizaje y esperanza, aprender del cambio.

Por otro lado, el libro incluye imágenes de mi padre, Justino Diez, que es fotógrafo: para mí era muy importante que el libro, que es sin duda, un libro de lectura, contase con la compañía visual de imágenes que retratan algunas de las cosas que se cuentan en el libro, y que lo convierten en un libro objeto, en el que la lectura se apoya en la imagen.

¿Cuál es la evolución de Formaje o valores principales que os definen?

La fórmula de crecimiento que estamos intentando perseguir, basada en consolidar un equipo humano bien formado que consolide las bases de crecimiento, pues desde el inicio hemos apostado por una experiencia de compra cualitativa y diferenciadora, ya que el retail (el intercambio que se genera en los espacios físicos) está en la base de nuestro proyecto y es algo que queremos cuidar mucho, y cuyo éxito y crecimiento se basa en tener un equipo implicado, en un momento en que los procesos de compra están más despersonalizados que nunca.

Aunque el queso artesano es el claro protagonista de Formaje, la búsqueda de esa excelencia también la acompañáis de una imagen muy curada del producto. ¿Qué nos puedes explicar sobre esto?

Para nosotros ha sido clave utilizar un lenguaje visual atractivo y renovado -muchas veces, equiparado al de la moda- para llegar a un cliente que ni necesariamente tenía un interés previo en el queso, pero que sin embargo encuentra atractiva la fórmula de comunicación que elegimos, que se convierte en una puerta de entrada para un amplio público. Nuestro deseo siempre ha sido el hacer del queso un conector que permita al cliente acercarse a la naturaleza, al territorio, al medio rural y a la vida y actividad que allí tienen lugar y que son las bases de la cultura, siempre lo han sido… y sin embargo, a menudo lo olvidamos desde las ciudades.