La continuidad del trabajo de Lucille Uhlrich radica en su convicción de que no hay progreso en el Arte, sino conjugación de épocas y estilos donde el sentido y el asombro se encuentran en lo que un pensador como Walter Benjamin llama “imágenes dialécticas”. Para producir tales imágenes, telescópico y ensambla medios técnicos con el objetivo de producir sintagmas gráficos cuya ambigüedad y polimorfismo desafían al espectador en el corazón de su propia manera de entender y dar sentido. Plásticamente, pues, su obra se caracteriza por un juego abierto con la referencia a los lenguajes y por un cierto gusto por inventar equilibrios inestables que renueven la percepción de las asociaciones entre materiales y formas.