Eres un reconocido y consolidado fotógrafo de moda. Sin embargo, tus últimos trabajos se acercan más al retrato ¿estás en un periodo de transición?

En realidad, no, al contrario. Siempre me he considerado un retratista que ha hecho fotografía de moda. Desde el principio me interesó más el sujeto y su expresión que la ropa en sí, aunque también es muy importante. Para mí, siempre ha de prevalecer la personalidad. En mi fotografía intento captar el carácter que hace a cada persona ser quien es.

¿Qué pueden aportar tus retratos a la sociedad actual?

Hoy en día es muy difícil aportar algo nuevo, pero si tuviese que escoger dos características que definen mi fotografía serían belleza y crudeza. Para mí, ambas van de la mano cuando retrato a alguien. El concepto de belleza exclusivamente plástica no me interesa, si no incluye también la imperfección en ella.

¿Cómo consigues que la persona a la que fotografías muestre la esencia que deseas captar?

Es muy difícil descubrir a fondo la personalidad de alguien que no conoces cuando tienes, por lo general, no más de cuatro horas para retratarla. En realidad, creo que muchas veces proyecto cosas de mí mismo en las personas que retrato. Es decir, no necesariamente hago un retrato completamente fidedigno, es mi propio punto de vista sobre esa persona. No obstante, muchas veces ambas visiones pueden coincidir.

¿En qué se diferencia fotografiar a una celebridad de fotografiar a una persona normal?

Fotografiar a una celebridad conlleva muchas cosas. Por un lado, aportan un grado de profesionalidad, que siempre es una ayuda. Pero, al mismo tiempo, suelen tener una visión más clara de sí mismos, lo cual limita las posibilidades creativas. Siempre tengo una conversación previa con el retratado, en la que intento entender dónde se siente uno mismo. A partir de ahí, intento aportarle mi punto de vista, matices propios que conviertan el retrato en una foto mía.

Trabajar con personas normales suele ser más complicado al principio, ya que el simple acto de ponerse delante de la cámara impone bastante, por mucho que hoy en día se haya banalizado. Por otro lado, sus expectativas suelen ser menores y, por tanto, la capacidad de sorpresa es mayor.

¿Cuándo sabes que has hecho un buen retrato?

Cuando hay algo en la fotografía que no es perfecto, pero que transmite fuerza. Y por supuesto, las manos. Unas manos mal colocadas o que no dicen nada pueden estropear un retrato buenísimo. Las manos nos representan mucho más de lo que nos imaginamos.

Pregunta obligada: ¿A quién te gustaría fotografiar y por qué?

Hay muchísima gente a la que nunca he retratado, pero me encantaría hacerlo algún día. Probablemente, la mayoría no son conocidos, aunque evidentemente, hay algunas personalidades a las que me gustaría retratar. Es difícil quedarse con un solo personaje. No obstante, intentando contestar a la pregunta y por todo lo que representa, creo que nuestro rey, Felipe VI, es definitivamente alguien a quien me encantaría retratar en un futuro.