A diferencia de la mayoría de alojamientos de la ciudad, Jardin Secret no tiene piscina ni hammam. Tampoco televisores, y todos los muebles proceden de los zocos de la zona. El objetivo es que, durante su estancia, los huéspedes vivan realmente como lo hacen los lugareños. Las 4 habitaciones que forman este riad tienen la decoración justa: ni demasiado sobria ni demasiado recargada, con detalles decorativos que hablan por sí mismos. Gracias a tener pocas habitaciones y al trato especialmente agradable de todo el personal, alojarse en Jardin Secret es como estar en casa.