Visto en : Código Único
Esta es la historia de una colaboración entre Massimo Dutti y David Gandy, uno de los modelos con mayor proyección internacional y sólidos lazos con la marca. En esta ocasión, la revista Código Único los ha unido de nuevo dando como resultado una entrevista exclusiva y la puesta en escena de una historia de moda en la que la nueva colección primavera verano luce con uno de sus mejores embajadores.
“Hay algo vanidoso en los
“selfies” y ya hay suficientes fotos mías en el mundo, no necesito hacerme más”
Recuerdas cuándo fuiste consciente por primera vez del poder que te daba el hecho de ser guapo?
La verdad es que no, y me da bastante vergüenza cuando alguien dice que soy guapo. A día de hoy, aún me cuesta creérmelo. Soy consciente del poder de mi imagen como marca, pero no siento que ese sea realmente yo. Por un lado está David Gandy, el negocio, y luego estoy yo como individuo, con mi vida privada, que es muy distinta a mi faceta profesional. Es cierto que cuando apareció la primera campaña de Light Blue que hice con Dolce & Gabbana tuvo más de once millones de visitas online, pero no creo que eso sea consecuencia del poder de mi imagen, sino del poder de una increíble campaña de publicidad. Ahí es donde fui consciente por primera vez de todo lo que mueve una imagen poderosa, y por eso elijo con tanto cuidado mis proyectos. Pero yo ni siquiera me considero guapo.
No me creo que en el instituto o la universidad no fueras popular…
¡Qué va! Era un solitario. Siempre he sido muy reservado e individualista. Nunca he sido seguidor de clubes, tendencias o personajes, y el hecho de ser así me ha venido bien para mi trabajo, porque al ser modelo pasas mucho tiempo solo o viajando. Además, si quieres que se te ocurran ideas nuevas tienes que diferenciarte de lo que hace la multitud.
Llegaste a la moda en 2001 cuando un amigo de la universidad te apuntó, sin que lo supieras, a un concurso de televisión. ¿Cómo te lo tomaste?
Me hizo gracia. Estaba a punto de terminar la carrera y aunque nunca me había planteado hacer algo semejante pensé «por qué no, vamos a ver de qué va esto, igual es divertido». Al final gané la competición y ahí comenzó todo. Pero tuve que aprender, en el sentido de que ser modelo no es algo innato en mí, no es algo que me resulte natural hacer, al contrario, por ejemplo, que conducir. Ahora mismo vivimos un momento en el que todo el mundo quiere que le miren, ser famoso, hacerse selfies y más selfies, contar su vida entera. Y yo nunca he sido así. Siempre me ha parecido que hay algo vanidoso en el hecho de hacerse selfies. Yo soy bastante tímido; utilizo las redes sociales para hablar de mi trabajo, pero para todo lo demás estoy chapado a la antigua. Ya hay suficientes fotos mías en el mundo, no necesito hacerme más.
Llevas más de 15 años en esto y en ese tiempo la moda ha experimentado transformaciones importantes. ¿Crees que la industria ha cambiado para mejor o para peor?
Me da la sensación de que ahora, si eres modelo, todo se basa en la cantidad de seguidores que tengas. Ya no se trata de crear una imagen maravillosa y contratar al modelo o celebrity apropiado para comunicar ese mensaje. Ahora el camino es el contrario: si esperan que su campaña llegue a 40 millones de personas, eligen a alguien que cuenta con todos esos seguidores y ya no tienen que preocuparse de la creatividad, porque tienen la audiencia asegurada. Creo que va a producirse una brecha creativa. Las décadas de los 70, 80, 90 y 2000 tenían su propia personalidad estética, con fotógrafos como Herb Ritts, Mario Testino, Peter Lindbergh… Pero, ¿dónde están todas esas increíbles campañas, lookbooks y editoriales ahora?
Ahora que tanta gente se coloca la etiqueta de influencer, ¿Para qué te gustaría a ti utilizar tu influencia?
Yo utilizo mi influencia para mis organizaciones benéficas, no para vender cosas. Nunca me haría llamar influencer, aunque es cierto que puedo influir en los demás – todo el mundo puede –. La diferencia es que para mí eso no es un trabajo, sino una manera de lograr cambios positivos en asuntos relacionados con la nutrición, la educación infantil, los derechos de los animales y otras causas que me importan.
¿Cuándo te diste cuenta de la importancia de ayudar a los demás?
A los 16 años ya trabajaba en un refugio de animales, iba todos los sábados desde casa de mis padres. Creo que es fundamental intentar hacer algo por los demás. Pero cuando eres conocido es importante hacerlo realmente por los otros, no para lograr más notoriedad.
“Aún puedo ponerme una gorra y sacar al perro sin que todos pregunten por la calle.”
En septiembre de 2014 la revista Vogue te nombró el segundo mejor modelo de la historia, pero desde hace algún tiempo cada vez se te ve menos delante de la cámara. ¿Cuál es el plan?
Ahora me encargo de la dirección creativa en muchas sesiones de fotos. Y estoy involucrado en multitud de proyectos: escribo para el Mayfair Times y Vanity Fair, he invertido en compañías inglesas como la London Sock Company o David Preston Shoes, sigo diseñando la línea David Gandy para Autograph de Marks & Spencer –de hecho, he firmado por tres años más–, y tengo otros dos proyectos como diseñador, uno de ellos para crear mi propia línea de maletas. Aún hago portadas y entrevistas, como hoy, pero en casos especiales o cuando tengo una relación con la marca.
Tu nivel de popularidad se disparó después de la campaña de Light Blue. ¿Cómo llevaste pasar de ser un desconocido a verte en un cartel de 15 metros de altura en Times Square?
En realidad yo nunca llegué a ver el cartel en persona, solo en foto. Pero sí, de pronto me convertí en el tío del anuncio de Dolce & Gabbana, y al principio me puso un poco nervioso, porque soy una persona muy privada y de repente todo el mundo se acercaba para hablar conmigo. Yo estoy encantado de charlar o hacerme una foto con la gente, porque si eres modelo – o actor, o cantante… – tienes que ser consciente de que el público es quien va a comprar lo que haces o promocionas. Pero mostrarme tan abierto no me sale de forma natural.
En algún momento tus pies dejaron de tocar tierra?
No, no me educaron para que se me subiera el éxito a la cabeza. La clave es no creerte tu propio boom. A lo largo de mi carrera he conocido a grandes nombres de la moda y el cine, y he comprobado que los más importantes – Christy Turlington, Cindy Crawford, Daniel Craig o Rachel Weisz– suelen ser los más sencillos y encantadores. También suelen ser bastante privados; no se prodigan mucho y no se sabe demasiado de ellos. Pero luego están los que se toman muy en serio a sí mismos.
Mi familia y mis amigos nunca habrían permitido que me pasara eso.
¿Les pediste que te dieran un toque si empezabas a comportarte como un idiota?
Mi meta nunca fue ser famoso, sino tener éxito en mi negocio. Y el hecho de conseguir el éxito ha supuesto que la gente sepa quién soy. La notoriedad es la consecuencia, no el objetivo. Algunas veces cuando hablo con mis amigos de papeles que he rechazado en cine o en televisión no dan crédito. Me preguntan «¿pero cómo has podido decir que no a eso?». Pues porque no es lo que quiero conseguir. Ahora todavía puedo ponerme una gorra y sacar a pasear al perro sin que todo el mundo me pare por la calle, pero no puedo ni imaginarme lo que debe de ser tener el nivel de fama de alguien como Leonardo DiCaprio, por poner un ejemplo de alguien muy muy por encima de mí.
Trabajas en una de las pocas industrias donde la desigualdad salarial perjudica a los hombres en vez de a las mujeres. ¿Cómo te sientes al respecto?
Es un tema complejo. En esta industria las mujeres son mucho más poderosas que los hombres. Las supermodelos tienen una enorme influencia, y si pueden vender más y les resultan más valiosas a las marcas, es normal que cobren más dinero. De todos modos, la moda masculina cada vez es más importante, en los últimos dos años ha crecido a más velocidad que la de mujer y, como embajador de la iniciativa London Collections: Men en la London Fashion Week, estoy orgulloso de haber contribuido a ese crecimiento. Creo que también he ayudado a demostrar que los hombres podemos ser supermodelos. Yo he dado el primer paso, los que vengan detrás tendrán que hacerlo crecer.
Eres un gran defensor de tu privacidad. ¿Te resulta difícil protegerla en estos tiempos de sobreexposición?
No es tan difícil. Mi novia tiene un trabajo muy importante, es abogada, y no puede estar constantemente siendo fotografiada en alfombras rojas. No es que no le guste este mundo, pero no tenemos la necesidad de que nos vean juntos en todo momento, no pretendemos ser una power couple. Ella hace su trabajo, yo hago el mío, y todo lo demás lo hacemos juntos, pero en privado. Tampoco publico nada de mis padres o mis sobrinos en las redes sociales. Luego están los paparazzi, pero al final aprendes a tratar con ellos, y normalmente si eres amable y educado te hacen un par de fotos y se van. Lo que no puedes hacer es atraer a los fotógrafos cuando te interesa y esperar que te dejen tranquilo cuando no te apetece.
“Las Supermodelos tienen una
enorme influencia.
Es normal que ellas cobren más que los hombres”
Te apasionan los coches y la velocidad. ¿Alguna vez te has visto en una situación de peligro?
Por ejemplo, esa cicatriz en el ojo derecho, ¿cómo te la hiciste? La cicatriz se debe a una noche de borrachera en Nueva York, nada muy extremo [risas]. He tenido algún accidente de coche, como una vez que iba de pasajero en la Mille Miglia, y ha habido veces en las que algo podría haber salido mal, pero si pensara en ello no haría nada. Supongo que eso es lo que lo hace emocionante, que te sientes invencible. Cuando era más joven era más alocado, ahora soy más responsable, aunque creo que todos los tíos tenemos ese impulso.
¿Cómo es tu relación con España?
Tengo una relación muy especial con España, porque todos mis sobrinos son españoles. Mi hermana vive en el sur de España desde hace 15 años y ha tenido cinco hijos allí. Además, tengo una relación estupenda con Massimo Dutti; empecé a trabajar con ellos hace 13 años y aún hablamos por WhatsApp. Me encanta el carácter español; admiro mucho a la gente con pasión, y creo que los latinos la tenéis.
Pero eres un defensor de lo inglés y tu estilo es puramente british…
Soy un apasionado de mi país, por eso me he quedado aquí en vez de irme a Milán o a Nueva York, y por eso mi línea la he hecho con Marks and Spencer y mi nueva colección de maletas será con una empresa británica. Ahora vamos a pasar por un período difícil con el Brexit y la salida de la Unión Europea, pero es lo que el pueblo ha votado, así que toca ponerse manos a la obra. Tendrá consecuencias positivas y negativas, pero es el momento de apoyar a nuestro país, de ser muy patrióticos.
Hoy en día usamos la palabra ‘icónico’ muy a la ligera. ¿Quién sería para ti un verdadero icono?
Ahora todo es icónico. Para mí un verdadero icono es alguien genuino que ha marcado un hito en su industria, alguien que se ha mantenido en lo alto muchos años. Uno de mis grandes iconos es Paul Newman, y no solo porque fue un actor extraordinario, sino también porque no tenía miedo de hacer oír su voz y expresar su opinión, y donó millones de dólares a causas benéficas. Además, era piloto de carreras y fue uno de los hombres más guapos del mundo. Siempre ha sido una inspiración para mí. ¡Él sí que fue un influencer!